La velocidad aumenta la posibilidad de sufrir un accidente, y lo que
es peor aumenta la violencia del impacto. A una velocidad adecuada a la
vía y a las condiciones que la rodean, nuestras posibilidades de
estrellarnos, resultando muertos o gravemente heridos en la carretera,
se reducirían drásticamente.
Hay tres tipos de exceso de velocidad:
– El exceso de velocidad de bajo nivel es donde los conductores viajan 5 km/h encima de los límites establecidos.
– El exceso de velocidad excesiva es cuando deliberadamente los conductores viajan muy por encima de los límites de velocidad.
– El exceso de velocidad inapropiada es cuando se conduce demasiado
rápido para las condiciones existentes, tales como las condiciones
climáticas, de luz, de tráfico y de carretera.
A nivel mundial se estima que en el 40% de las fatalidades en
siniestros viales, está involucrado el exceso de velocidad. A mayor
velocidad de impacto, mayor es la probabilidad de que ocurran lesiones
graves.
Un impacto a 60 km/h es equivalente a caer desde una altura de 14
metros. Un impacto a 100 km/h equivale a caer desde una altura de unos
20 metros, y a 150 km/h corresponde a una caída de 85 metros de altura.
Es bastante significativo que un impacto a 60 km/h no es el doble de fuerte que uno a 30 km/h, sino 4 veces más.
La alta velocidad reduce la capacidad del conductor para dirigir de
forma segura, especialmente en curvas o en maniobras al evitar
colisiones. También aumenta la distancia necesaria para frenar y
extiende la distancia que recorre el vehículo mientras el conductor
reacciona ante una situación peligrosa. Por ejemplo, si viajamos a 100
km por hora recorremos unos 28 metros en un segundo, demasiada distancia
en tan poco tiempo que muestra la incapacidad de reacción satisfactoria
por parte del conductor del vehículo.
Cabe destacar que a 35 km/h el campo visual del conductor, que es de
104 grados, permite detectar sin dificultad objetos que están fuera de
los márgenes de la carretera, a 100 km/h ese campo de visión se reduce a
42 grados limitando la percepción sólo a elementos muy cercanos a la
calzada, lo cual impedirá al conductor advertir una situación de riesgo
que suceda en el exterior de la vía.
Recuerda que los límites de velocidad no son impuestos por capricho
de las autoridades, sino producto de los estudios del perfil de la
carretera, sus pendientes, peraltes, inclinación lateral y radios de
curvatura, que determinan a cuánto se puede circular.
Conduciendo a la velocidad adecuada, mejoramos la seguridad vial mediante la reducción drástica del número de víctimas por exceso de velocidad.
Miryam Moya
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