El actual panorama vial en nuestro país no ofrece garantías ni a corto ni a largo plazo por lo que estoy dispuesta a ofrecer las claves para reducir definitivamente los siniestros y aumentar así la seguridad vial de manera eficaz en nuestro país.
Los usuarios de las vías han perdido la fe en el sistema, dando por hecho que el mismo sólo persigue un objetivo: RECAUDAR, en detrimento del valor que evidentemente posee nuestra VIDA. Este pensamiento generalizado que realmente no nos beneficia ha sido institucionalizado por hechos cómo: el suspenso en conservación y mantenimiento de nuestras carreteras, las rígidas sanciones que no diferencian entre economías, muertes y más muertes en carretera a pesar de tener cada vez más radares que deberían “dar su fruto” y no precisamente económico, … , por no hablar de personajes cómo la actual embajadora de seguridad vial de #Michelin, Cristina Pedroche, que en menos de 3 meses ha pasado de odiar el sonidito del intermitente (tic, tic, tic) a abanderar dicha acción, a golpe de talonario evidentemente. En éste ambiente, no podemos sorprendernos de la respuesta que dé nuestra sociedad.
Debemos basarnos en la inevitabilidad del error humano en la calle, la responsabilidad del ingeniero de caminos para la seguridad y el peatón o usuario vulnerable.
El principal problema que tenemos no es realmente la política, sino que se encuentra en el lado del experto. La resistencia más grande que existe viene dada por aquellos economistas políticos que han construido toda su carrera en base al análisis de costes y beneficios. Para ellos es muy difícil pensar en cero, debido principalmente a que sus modelos económicos, tiene costes y beneficios, y aunque tal vez no debería decirlo explícitamente, la idea es que hay un número óptimo de víctimas mortales. Un precio que la sociedad debe pagar por el transporte.
El utilitarismo es una doctrina filosófica que sitúa a la utilidad como principio de la moral. Es un sistema ético-teleológico que determina la concepción moral en base al resultado final. Los resultados, por lo tanto, son la base del utilitarismo. Dicho ésto, el problema es que todo el sector del transporte está muy influenciado por toda la mentalidad utilitarista, y para invertirlo debemos asumir que ninguna perdida de vida en siniestro vial es aceptable. Es más un derecho que te adentra en la política.
Uno de los principales problemas es que debemos Educar Vialmente para trata de cambiar el comportamiento humano, aunque sea una medida futura para reducir los siniestros.
Podemos crear un sistema donde las personas estén a salvo. Basándonos en Visión Cero ya que los suecos nos llevan unos 30 años de adelanto en #SeguridadVial, tenemos que asumir que la gente comete errores y tienen una cierta tolerancia para la violencia externa, pues vamos a crear un sistema para los seres humanos en lugar de tratar de ajustar los seres humanos al sistema.
¿Por qué debemos poner toda la responsabilidad en el usuario individual de la vía, cuando de sobra sabemos que van a hablar por sus teléfonos, que cruzaran por lugares indebidos, que pueden estar frustrados o no ser felices? Así que vamos a tratar de construir un sistema más humano para usar en su lugar. Y tenemos el conocimiento para hacerlo.
Es una lucha conseguir que nuestros ingenieros entiendan que ellos son responsables, se inicia con ellos. A continuación, el usuario de la vía individuo tiene también una responsabilidad. Pero si algo va mal, se remonta al diseñador del sistema. Pero para hacer eso, los que construyen esta realidad deben aceptar esta filosofía.
El mayor problema son los siniestros viales, y debemos saber que el factor humano está implicado en el 90 por ciento de los mismos. Actualmente el sistema se centra en gran medida en cómo se puede evitar que ocurran accidentes, cómo se puede cambiar el comportamiento y ese tipo de cosas, cómo por ejemplo aplicando sanciones.
Sinceramente, el principal problema es que diariamente la gente muere o queda gravemente herida. La razón por la que la gente puede tener lesiones graves es principalmente porque tenemos un cierto umbral en el que podemos tolerar la violencia externa, la energía cinética. Y sabemos bastante bien ahora cuánta violencia podemos tolerar, por ejemplo, sabemos que la lejía es veneno para nuestro organismo pero un poco no nos matará. Podemos tolerar hasta un cierto nivel, y eso mismo lo debemos aplicar al tráfico. En un lugar dónde abundan los peatones o usuarios vulnerables no hay porqué prohibir el tráfico rodado, simplemente limitar la velocidad a 30 km/h en vez de a 50 km/h en zona urbana, ¿por qué? Porque si usted es golpeado por un coche que va a 50 km/h el riesgo de sufrir un accidente mortal es superior al 80%, pero si el vehículo conduce a 30 km/h la probabilidad se reduce al 10%.
Es evidente que no es suficiente sólo con cambiar el límite de velocidad. Tal vez sea necesario colocar reductores de velocidad, por lo que los responsables deben pensar en todos los puntos de conflicto que tienen almacenados en su sistema de tráfico, y hacer algo al respecto.
Lo mismo en las intersecciones. Las rotondas se han convertido en muy populares, debido a que son mucho mejores desde el punto de vista de la seguridad, ya que se reduce la velocidad con este tipo de solución. Por lo que la filosofía y la base científica para ello ha comenzado a tener un impacto en la forma en que resolvemos los problemas de seguridad en la sociedad.
Es lo mismo cuando sabemos que la mayoría de los peatones que mueren, mueren en el paso de peatones, cuando tienen la prioridad de paso pero algún vehículo no lo cede. Y si alguien comete un error, en realidad, a continuación, va a crear un problema para estos usuarios de la carretera. Si desea evitarlo, se le deberá dar prioridad al peatón, y el coche tendrá que esperar hasta que pueda pasar sin provocar situaciones de peligro. Tenemos vehículos porque son buenos para la sociedad y debemos usarlos. Sin embargo, debemos fomentar el que en lugares en los que no se necesitan, no hay que utilizarlos tanto como lo hacemos.
Partiendo de la base que los usuario de la vía, conductor o peatón, no desean sufrir un siniestro vial ni provocarlo, el sistema debe ser diseñado para evitar cualquier desenlace fatal. Si sólo nos basamos en la aplicación masiva de sanciones y se piensa que es lo más importante, no se obtendrá un sistema seguro. Va a reducir el riesgo, pero no se va a lograr un sistema seguro.
Lo mismo sucede con los radares que deberían ser cámaras de seguridad. Me explico, se deberían colocar Cámaras de Seguridad en los puntos negros que existen, avisando con anterioridad mediante carteles de que ese tramo de carretera posee una cámara que no va a sancionar a los conductores, eso sí, de forma amable pero contundente hay que avisar que el próximo tramo de carretera es muy peligroso por tener un historial elevado de accidentes por lo que hay que reducir la velocidad y prestar especial cuidado. Por ello, éste sistema de Cámaras NO es recaudatorio simplemente es seguro. No sería un beneficio para el Estado, es una inversión que deben realizar. Hay que reducir la velocidad pero no coger a la gente. Con ello, el debate en nuestra sociedad de que los radares son algo que simplemente contribuye a la recaudación para el Estado terminaría, así la gente entiende que esto se hace simplemente para su seguridad. Así se empuja a los usuarios a hacer lo correcto, nadie quiere ser victima de un siniestro vial ni provocarlo.
Debemos hacer pensar que no es una guerra entre el usuario de la carretera, vulnerables o no, o contra el Estado. Aquí tenemos que tener una perspectiva más holística, por la que el conjunto de elementos relacionados de manera ordenada, contribuyen a un determinado objeto. Dicho objeto es para nosotros nuestra propia #SeguridadVial.
Miryam Moya